martes, 22 de octubre de 2019

ORACIÓN DE LA MAÑANA: 23 DE OCTUBRE-SECUNDARIA

EL CIEGO BARTIMEO
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna.
 Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: - Hijo de David, ten compasión de mí. 
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: - Llamadlo. Llamaron al ciego diciéndole: - Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús, el cual le dijo: - ¿Qué quieres que haga por ti? 
El ciego le contestó: - Maestro, que pueda ver.   Jesús le dijo: - Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. 

La historia del ciego Bartimeo es, en primer lugar, la historia de alguien que insiste e insiste hasta que Jesús lo escucha. El ciego, como otros enfermos de la época, solían ponerse al borde de los caminos por los que pasaba la gente, y así, recibir limosna de los viandantes. Lo más curioso de este episodio es que Jesús pregunta al ciego qué quiere que haga por él. Y es curioso, porque de sobra se sabía que era ciego y que necesitaba ser curado de su ceguera. Pero Dios es así con nosotros: nos pregunta qué es lo que realmente necesitamos para ser felices
Quizá hoy debamos hacernos esa pregunta: ¿Qué es lo que le falta a mi vida para que ésta sea plena, dichosa, verdadera y grandiosa? No se trata tanto de lo que me apetece, sino de lo que de verdad necesito. 

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