Se sabe que nació en 1869 en la región de Darfur, en Sudán, que
fue secuestrada a los nueve años y vendida como en varias ocasiones,
sufriendo la humillación y el maltrato que quedaron patentes en su espalda.
Bakhita, en su dialecto equivale a “Afortunada”, fue un nombre que le impusieron. Ella
nunca logró recordar su verdadero nombre ni su lugar de origen, debido a las
dolorosas vivencias de su infancia.
Años más tarde, Bakhita, estando al servicio de la familia Micheli en Italia, ingresó en el
Instituto de las Monjas Canosianas. En el Instituto, Bakhita descubrió a Dios. En sus memorias escribió:
“viendo el sol, la luna y las estrellas, decía dentro de mí: ¿Quién será el Dueño de estas
bellas cosas? Y sentía grandes deseos de verle, de conocerle y de rendirle homenaje”.
Se hizo consciente entonces de que Dios había permanecido con ella y le había dado
fuerzas para soportar la esclavitud. Después de algunos meses, y
tras haber obtenido la libertad, el 9 de enero de 1890 fue
bautizada. Josefina permaneció en el Instituto y a los 38 años de edad se consagró para siempre a
Dios. Durante más de cincuenta
años dio ejemplo de amor a Dios y servicio a los demás.Murió el 8 de febrero de 1947.
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