domingo, 17 de noviembre de 2019

ORACIÓN DE LA MAÑANA: 18 DE NOVIEMBRE-PRIMARIA

LA HISTORIA DE JUAN SIN ROSTRO
En una ocasión había un niño que nació con una nariz tan pequeña, que casi no se le veía y lo mismo sucedía con los ojos, la boca y las orejas. Daba la impresión de ser un niño “sin cara, sin rostro”. En el pueblo le llamaban “JUAN SIN ROSTRO”.
Fue creciendo como los demás, comenzó el colegio y allí empezaron los problemas. Los niños se burlaban y no querían jugar con él. Llegó un momento, en que Juan se planteó muy en serio su vida de niño. “Tengo dos opciones, - se dijo, - una enfrentarme con los compañeros, imponiéndome por la fuerza, y otra ganarme su amistad con cariño y paciencia.”

Después de mucho pensar, se decidió por la segunda opción. Y así, comenzó un camino difícil: hacer el bien a los demás y quererlos mucho. Si alguien lo insultaba, callaba.
Como nadie quería jugar con él, la mamá le compró un balón muy bonito. Lo llevó al colegio y, aunque al principio jugó solo, poco a poco se le fueron acercando los compañeros. Ya no le miraban mal.
Cierto día sus compañeros le invitaron a ir al campo. Lo pasaron muy bien y, al final de la tarde, descubrieron un pozo muy hondo, pero que había poca agua. Decidieron bajar apoyándose en las paredes del pozo. Bajaron todos menos Juan que no se atrevió. Después de un rato, decidieron subir, y algunos pudieron hacerlo fácilmente, pero a uno le dio tanto miedo que se puso a llorar. Nadie quería bajar a por él. Entonces Juan no se lo pensó dos veces. Bajó, consoló al amigo y le ayudó a subir. Cuando estaba ya a salvo el compañero, Juan resbaló y cayó al fondo. Quedo sin conocimiento.

Los niños más grandecitos fueron al pueblo en busca de ayuda. Los mayores sacaron a Juan del pozo y lo llevaron al hospital. Juan pudo curarse. Entonces los compañeros comentaban lo bueno que había sido y cómo había arriesgado su vida…De verdad, que Juan fue un buen compañero para todos.

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